sábado, 4 de enero de 2014

Hay veces en la vida que esperamos que ciertas cosas ocurran, a veces damos más importancia a unas que a otras, pero simplemente las esperamos.
Un día ocurre que nos empezamos a olvidar de ellas, tenemos 17 y empezamos a plantar la cabeza, y en ese momento es cuando empezamos a tener las cosas claras.
Pero entonces, justo en ese momento, aparecen de golpe todas esas cosas, confundiéndonos, y a la vez haciéndonos sentir bien porque era lo que esperábamos.
Pero en verdad no es así.
Son de esas cosas que llegan cuando menos esperamos, rompiendo nuestros esquemas y haciéndonos dudar, preguntándonos porque queríamos que llegarán, y que nos llamaba la atención de ello, hasta el punto que ya no sabemos que queremos.
Hasta el punto de dejar de saber quienes éramos.

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