martes, 7 de junio de 2016

851.

El amor no es lo que parece.
O no es lo que prometen, mejor dicho.
Requiere constancia, esfuerzo, paciencia y dedicación. Y está lleno de imperfecciones, como la vida misma.
El amor son silencios incómodos, discusiones tontas y malentendidos. Son palabras dichas un poco altas de tono y alguna que otra lágrima que rueda furtiva por la mejilla.
El amor tiene un toque de celos, dudas y miedo, mucho miedo.
Pero el amor también es romper esos silencios incómodos con una caricia, soltar una tontería que te hace reír cuando quieres estar enfadado. Es pedir perdón con palabras y sin ellas, simplemente estrechándote fuerte entre los brazos. Es besarte la sal de las pestañas y saber callar un "te lo dije" porque ne ese momento lo que otro necesita es un hombro en el que llorar.
Es confesar lo que te infunda tus inseguridades.
No es más que el hecho de quererte tanto que hasta duele.
Es tragarte el orgullo una vez más cuando puede tenerte a ti delante.
Pero también es mucho, mucho más.
Son los domingos de correr por la playa, de baños, de mordiscos, de películas, de comer a las 5 de la tarde porque es el día en que somos los dueños del tiempo.
Es el privilegio de ser quien te da los besos de "buenas noches" y "buenos días".
De cocinar lo que te gusta porque es otra forma de cuidarte, de ver tu cara mientras comes alguna guarrada que te encanta, de haberte hecho reír hasta llorar y de conseguir arrancarte una carcajada en mitad del llanto.
Son viajes, planes y granitos de arena que componen una futura vida en común. Es haber inventado una forma única y especial de mantener el contacto en la distancia, de haber embotellado algunos recuerdos para llevarlos siempre contigo, y de perder el miedo a echar raíces.

El amor requiere constancia, esfuerzo, paciencia y dedicación.
Como todo lo que merece la pena.
Y créeme si te digo, que eres lo que más merece la pena de todas las cosas que me ha tocado vivir.


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