sábado, 1 de noviembre de 2014

Bailar.

A mi me dicen que baile y creo que acaban conmigo.
Es de esas palabras que cuando oyes piensas: Oh no, eso no por favor.
Me podría describir como la típica chica que cuando baila parece un pato mareado.
Y creo que hacía varios años que no bailar hasta hace dos viernes.
Creo que era agobiante dirigirme a un lado donde sabía que allí se va a bailar. Pues os aseguro que después de esa noche, la palabra bailar esta entre una de mis favoritas.
No hay nada mejor que una te coja de la mano cuando suena la canción favorita de ambos y  te enseñe a dejarte llevar. Es una sensación muy agradable. Es como si todo dejara de existir, todo lo de tu alrededor desaparece, y sólo se oyera la música y estuvieras a solas con esa persona.
Una canción que normalmente dura tres minutos parece que dura seis, pero en realidad es que ya estas bailando la segunda, y esa persona se te arrima, te sonríe, te pone morritos o caras feas, y es en ese momento cuando sabes que eres feliz.
Cuando sabes que con esa persona, la que ha conseguido sacarte a bailar, serías capaz de bailar millones de canciones en cualquier lugar del mundo, pero sólo con él.


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